VETERINARIO EN ÁFRICA
Ser veterinario en África es mucho más que curar animales.
Cuando pensamos en un veterinario en África imaginamos a un tipo aventurero en lo alto de un Jeep descapotado avanzando por una reserva natural, rodeado de animales salvajes; sedando a un rinoceronte o documentando las costumbres y el hábitat de grandes fieras…
Ramadhan recibe la llamada de un resort de lujo, dos cachorros de gato de escasas semanas con graves infecciones oculares incomodan a los turistas. No se ve a la madre por ningún sitio y los pequeños necesitan atención veterinaria. Pasamos más de una hora buscándolos y cuando por fin los encontramos nos sentamos para hacerle una pequeña entrevista.
¿Cuál es tu misión en este hotel?
Salvar vidas. La política del lugar era “eliminar” a los gatos que en busca de comida merodeaban por el hotel. El nuevo director, de origen español, erradicó esa política de exterminio. Contactó conmigo y puso a mi disposición todos los medios para que ambos rescatásemos a todos estos animales y tras realizarles un control sanitario encontrarles un hogar al mismo tiempo que sensibilizamos a los trabajadores, que aquí son más de trescientas personas, sobre el trato hacia los animales.
¿Cuántos gatos habéis podido rescatar aquí?
Este año y medio han sido alrededor de una veintena. Y no sólo eso, uno de los gatitos que rescatamos se ha convertido en la mascota de todos. Está castrado, vacunado y desparasitado. En él todos pueden ver el ejemplo de un gato sano.
¿Se recuperarán los gatitos que hemos cogido hoy?
Dejando de lado la infección ocular se les ve sanos. Es posible que uno de ellos pierda un ojo, su infección está muy avanzada. Pero por lo demás se recuperarán.
¿Cómo es un día normal para ti?
En mi vida cotidiana no existen los días tranquilos. Soy veterinario las veinticuatro horas del día los siete días de la semana.
Cada día es una consecución del anterior y si no me han despertado de madrugada por alguna urgencia lo primero que hago es dirigirme al centro veterinario para ver cómo evolucionan los pacientes ingresados. Atiendo las llamadas de teléfono y acudo allá donde haga falta para ocuparme de animales enfermos que, por alguna razón, no pueden ser trasladados.
Cuando encuentro un animal callejero, enfermo o desvalido, lo recojo para tratarlo.
Si doy una charla de concienciación en algún colegio o participo en una campaña de esterilización en algún poblado hago malabares para poder acudir.
Con el tiempo he aprendido que ser veterinario aquí en Zanzíbar es algo más que curar animales.
¿En qué consisten esas charlas en los colegios?
Visito colegios para sensibilizar sobre el trato y cuidado a los animales.
A los niños les encanta el tema y prestan mucha atención. En la mayoría de los casos es algo de lo que nadie les ha hablado nunca y tienden a repetir los patrones transmitidos por los adultos, no siempre cordiales.
Les explico sobre el respeto hacia los animales como seres vivos, de la importancia de las vacunaciones para prevenir enfermedades y la finalidad de la castración. Normalmente me acompaña un gato o un perro y los niños aprenden divirtiéndose.
Los cambios en el trato hacia los animales comienzan a notarse.
¿Cómo son tratados en general?
Los animales de granja son una inversión muy importante, vital, y se les presta más atención. Son el sustento de muchas familias. Los perros aquí no son mascotas, tienen una función, se les utiliza para guarda. La de los gatos es la de ahuyentar a las ratas, pues estas, atraen serpientes y, a los lugareños, les aterran las serpientes.
Aún así hay personas que ocasionalmente los tratan como mascotas, sobre todo mujeres que viven solas, este tipo de damas no suelen conformarse con un solo gato y terminan con un buen número de ellos en sus casas – Me dice Ramadhan esbozando una sonrisa.
Cuéntame sobre las campañas de esterilización y vacunación
Contamos con una unidad móvil para llegar a poblados de difícil acceso y donde no disponen de medios de transporte propios. Avisamos a todo el mundo que se realizarán vacunaciones y castraciones de forma gratuita.
A veces resulta una tarea muy difícil, los animales se asustan y escapan, es una aventura atraparlos y es divertido ver a los vecinos persiguiéndolos. Al final termina siendo como una fiesta en la que todos participan.
La gente puede ver como realizamos las intervenciones quirúrgicas y al mismo tiempo entienden la importancia de hacerlo.
Aprovechamos para echar un ojo al ganado, siempre surge algo, burros, cabras, vacas y gallinas con múltiples afecciones: una pata rota, heridas abiertas, desnutrición y sobre todo infecciones y parásitos. Un ganado sano equivale a una familia con mayores recursos, son comunidades muy pobres y nuestras visitas les hacen muchísimo bien.
¿Qué sucede con los animales que recoges de la calle una vez tratados?
Una vez que están sanos les busco un hogar.
En el caso de los perros es fácil que los acoja una familia o una empresa.
En el caso de los gatos las opciones son más diversas. Puedo devolverlos a la colonia donde los recogí o encontrarles una familia que se haga cargo de ellos y como última opción los llevo al mercado de pescado donde comerciantes y pescadores los reciben gratamente pues realizan una tarea muy importante de limpieza.
¿Cuál fue ese momento decisivo en tu vida en el que decidiste ser veterinario?
De niño, la posesión más valiosa que tenía mi familia era una vaca. Un día tuvo un parto muy complicado en el que corría riesgo su vida y la del ternero que iba a nacer. Si lo peor sucedía sería una gran pérdida para nosotros…
Hicimos llamar al veterinario. Cuando llegó habían pasado tantas horas que la situación era realmente crítica. No había tiempo que perder. Me pidió que le echara una mano y así lo hice. Fue algo muy profundo para mí, como si supiera lo que tenía que hacer en cada momento. Al final todo salió bien, él me felicitó por mi buena labor.
Aquello cambió mi vida. Supe que quería ser veterinario.
Se lo dije a mi padre para su aprobación y se tomó un tiempo para reflexionarlo. Sopesó lo importante que sería para la familia tener un veterinario en casa y vio como una inversión tener a alguien que mantuviera el ganado sano.
¿Quieres añadir algo más?
Mi causa es seguir concienciando la población Zanzibarí sobre el trato animal y atender a los animales enfermos.
Hay que ser conscientes de los escasos recursos de la gente, quienes a menudo no pueden hacer frente al coste, ya no de mi trabajo, sino de las propias medicinas. Cuento con pequeñas ayudas gubernamentales pero no son suficientes; que mi labor continúe depende de donaciones, no solo económicas sino con material sanitario.
Las prioridades del gobierno son y deben ser hospitales y colegios. Si bien es cierto que se intenta impulsar la sostenibilidad ecológica y la preservación de espacios naturales los recursos son escasos y las ayudas para animales quedan en tercer, cuarto o quinto lugar.
Es muy duro ver como por falta de recursos se te va de las manos una vida que podría ser salvada fácilmente. Me gustaría decirles a todos aquellos que viajen a Zanzíbar y les interese colaborar que pueden hacer un hueco en su maleta para traer y donar medicamentos, leche en polvo para cachorros huérfanos y material veterinario que será de gran ayuda.
Ramadhan y yo nos damos un fuerte apretón de manos al despedirnos y le prometo que daré a conocer su causa.
Para más información:
WWW.TAWESO.ORG. (Dar Es Salaam)
WWW.ZAASO.NET. (Stone Town)
Malaika Fidalgo de Vargas